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#FEMINISMOVSIGUALDAD

El solo hecho de que las palabras "feminismo" e "igualdad" no signifiquen lo mismo es una novedad para muchos. NO me sorprende. En el mundo actual se nos dice que no ser feminista es un hecho lamentable, teniendo en cuenta tantas dificultades que las mujeres hemos tenido que superar a través de la historia. Como si de hecho estas palabras significaran lo mismo.

Querida mujer, lo primero que estás en la capacidad de deducir sobre el empoderamiento femenino es: no debe verse como la opresión machista que caracterizó a gran parte de nuestra historia. No deberían ser otras personas diciéndote qué pensar, ni deberías cambiar tu apariencia física, tu tono de voz, tu personalidad, tu carrera, tus gustos o tus preferencias para encajar en la "gran lucha por la mujer". Parecería que esas exigencias son más de lo mismo.

Si tengo que demostrar fielmente mi alineación con las filas feministas entonces... ¿Cuál sería la diferencia en unirme a una pandilla o a una nueva religión?

Vamos a devolvernos un poco en esta línea de pensamiento. Seas hombre o mujer, creo que es importante que me acompañes en esta conversación y luego decidas.

En los inicios de muchas civilizaciones, tradiciones y culturas las mujeres han sido parte fundamental del desarrollo de la raza humana. Podemos hablar de diosas, profetizas, juezas, santas altamente veneradas desde la antigüedad. En muchas religiones se explica el origen del mundo a partir de la mujer.

Si el machismo fuera algo con lo que se nace definitivamente no existieran tantas fábulas, cuentos, mitos, historias centrados en personajes femeninos desde antes de que se empezara a escribir.

No existieran tantas figuras de mujeres veneradas, y definitivamente no sería 3 veces más importante el día de la madre que el día del padre cada año. Eso no es un argumento, solo un chiste.

Si pasamos por la historia que se empieza a escribir, los hombres victoriosos de las guerras son los que la cuentan. Vemos que, a medida que un sistema se complejiza, algunas reglas y estratificaciones del humano empiezan a aparecer. No solo del sexo sino de la raza, del conocimiento, de la fuerza y de la riqueza.

Mientras más nos acercamos a la historia moderna se empiezan a desvelar matices en la cultura que ya parecen irreversibles, y que desdibujan completamente los sistemas que las sociedades antiguas construyeron, en especial esos valores judeocristianos que ponían a las mujeres en el mismo nivel que los hombres en esa célebre frase: "ya no hay esclavo ni libre, hombre ni mujer". Escrita antes del año 100 A.D. Las leyes nuevas empezaron a definir al ciudadano, capaz de ser valioso y contado en la sociedad como un "hombre adulto".

Finalmente llegan eras más recientes, en las que se empieza a oír la voz de las mujeres cansadas de los abusos y penurias a las que fueron recluidas dentro de un sistema de hombres sin temor de Dios llamados monarcas. Estos sistemas fueron posibles a través de uno de los problemas más enraizados de nuestras sociedades: hombres creyéndose Dios y usando Su nombre en vano.

Las mujeres eran el centro de estrategias para herir a una nación, violándolas o masacrando a las que cargaran hijos de sus enemigos. Eran objeto del placer de muchos hombres enfermos tomando legalmente a niñas en matrimonio. Y objeto de la rabia por lo cual se originó la frase "muerte por honor" a lo que ahora llamamos feminicidio.

También llegaron a la era moderna formas de este abuso: no dejar a la mujer votar, trabajar, heredar, en algunos escenarios ni siquiera hablar.

Pero llegó el siglo 20 y las mujeres al rededor del mundo fueron envestidas con valentía, que yo creo que venía del Cielo para quitar esa opresión diabólica. Una que no tenía nada que ver con el Dios que dijo que las mujeres de la tribu israelita podían heredar de sus padres aún sin tener marido. (Sí, desde el antiguo testamento las mujeres tienen derechos económicos dados por Dios.)

Mujeres tenaces, dispuestas a morir, mujeres que entendieron que debían luchar para dejar algo mejor para sus hijas. Mujeres que no temían a la maldad del hombre y que no iban a descansar hasta derrotarla.

Esas mujeres fueron hechas para ese tiempo, ellas tienen todo mi respeto, trabajaban, tenían hijos y por las noches protestaban aguantando golpes y maltratos de los hombres que habían sido encomendados por Dios para morir por ellas y cuidarlas. Todo para dormir un poco y volver a preparar todo en sus casas y salir a trabajar de nuevo.

La vida y muerte de esas mujeres la llevo grabada en mi corazón, mujeres que recuperaron lo que mi Padre Celestial me había dado desde el comienzo, y que hombres necios quisieron robar. Mujeres que creyeron que también eran hijas, no solamente las esposas y madres de los hijos de Dios.

Por respeto a ellas escribo esto.

La palabra "feminismo" no la impusieron las mujeres, el feminismo es tan inútil que ni siquiera pudo ser nombrado por mujeres. Fue una palabra de clasificación que usaron un sacerdote y un estudiante de medicina (ambos franceses) las primeras veces que se mencionó. Ni siquiera un científico social que pudiera estar nombrando desde su profesión un fenómeno.

La primera, sin embargo, en escribir un documento serio al respecto del movimiento de las mujeres fue la autora, traductora y filósofa Marie Le Jars de Gournay en 1622, en su obra "De la igualdad de los hombres y las mujeres". Esta es la verdadera esencia de la lucha de esos tiempos, y luego la lucha de las mujeres del siglo 20. Ellas fueron encarceladas, vituperadas, incendiadas, masacradas, golpeadas con garrotes solo para ser consideradas ciudadanas de las sociedades de las que hacían parte, y las cuales habían ayudado a construir.

Usaron ese término tonto para definir lo que realmente era buscar la igualdad; un reconocimiento básico como seres humanos, un respeto mínimo como aportantes del mundo, una capacidad económica como individuo, una voz con respecto a lo que pasara en sus vidas y naciones.

Mucha gente argumentaba que las mujeres no eran aptas para administrar o para votar o para manejar o para hacer parte del debate público. Las mujeres constituyen las empresarias más dadas a la transparencia y la responsabilidad social en sus prácticas profesionales. Las mujeres históricamente han votado más a favor de la economía de mercado y valores que los hombres. Las mujeres son menos de la mitad de los accidentes fatales en cualquier medio de transporte registrado. Las mujeres son excelentes debatiendo porque no dejan que sus emociones las manejen al punto de recurrir a la violencia, como los hombres. (Eso de ser manejadas por las emociones era una característica que atribuían a las mujeres para alejarlas de las urnas y los cargos públicos)

Ya era hora que la sociedad se pusiera al día. Hace un rato mencioné que Dios dijo en el antiguo testamento que mujeres solteras podían heredar lo que sus padres dejaban y administrarlo. Sabías que... ¿las mujeres en América Latina pueden heredar lo que sus padres dejan solamente desde los años 50? Antes necesitaban la firma de su esposo y él podía manejarlo pues no tenían acceso a cuentas bancarias personales con mucha facilidad.

Finalmente, en este tiempo yo como mujer puedo: vivir sin miedo a un asesinato justificado, votar, estudiar, manejar, heredar, tener una cuenta bancaria, esterilizarme si no quiero tener hijos, pelear por la custodia de los hijos, unirme a la religión que elija, divorciarme, casarme con quien yo elija, postularme para cargos públicos, leer, escribir, enseñar en público, tener bienes a mi nombre, trabajar en la rama del arte o ciencia que desee, y tener acceso a cualquier otro derecho fundamental o socioeconómico escrito en el derecho nacional e internacional.

Entonces por lógica la lucha por la igualdad de derechos ya ha terminado.

CLARO QUE NO. Mientras escribo estas líneas, veo otra más de las fotos de una mujer golpeada por su ex pareja en una ciudad cercana a mi lugar de vivienda. Mientras escribo estas líneas mujeres al rededor del mundo son mutiladas para no tener placer sexual en sus relaciones maritales, niñas de 16 años son entregadas legalmente en matrimonio en países como Inglaterra por respeto a prácticas musulmanas. No vayamos lejos, en Colombia es legal casarse a los 14 años con la autorización de los padres. Todavía hay tradiciones asiáticas que deforman los pies, manos y cuellos de las mujeres. Todavía hay bodas religiosas en las que las mujeres deben beber el agua de los pies del hombre. En África hay muchas mujeres violadas en campos de refugiados, mujeres presionadas a echarse cremas tóxicas para aclarar su piel y verse "más delicadas". Hay países donde hace 10 años no era legal que las niñas fueran al colegio, todavía existen muertes de honor en países musulmanes. En América Latina hay niñas indígenas que pasan 2 días al sol amarradas en el cepo porque se cortaron el cabello.

Y nada de eso tiene que ver con la mala actitud o el pelo en las axilas o el sexo desenfrenado o las groserías o la falta de brasier o la rebeldía o apoyar ciegamente a cualquier lunática que hable en público solo porque es mujer. Estas son vidas reales de mujeres que viven presas de leyes injustas, ridículas y opresivas.

Y dicho sea de paso, claro que hay mucho que hacer por la cultura en la que está bien gritar obscenidades a una mujer en la calle, o pegarle para que respete, o matarla porque puso los cuernos. Cultura en la que es normal que los hombres escriban las porquerías más grandes y se le alaben como creativos por escribir el hit del momento, que las propagandas o videos sean mujeres desnudas, que las mujeres en las series sean débiles emocionalmente y sufran hasta el fin. Que toda mujer divorciada es intrínsecamente la culpable de la falla de la relación, que toda mujer con un extranjero sea prepago y nunca al revés. En fin, aquí puedo mencionar mil sesgos más de una cultura que simplemente se conformó con castigar los asesinatos.

Claro que hay mucho más por hacer y no es feminismo, no es odiar a los hombres, tampoco es imitar a los hombres y sus supuestas libertades.

La igualdad de derechos no tiene nada que ver con los hombres, tiene todo que ver con que a los ojos de Dios somos iguales en valor y amor. En que aunque seamos seres diferentes no significa que tengamos que vivir con calidades de vida diferentes, o con derechos diferentes. Eso no es lo que la Biblia dice y nadie debe atreverse a usar el nombre de Dios en vano para seguir oprimiendo a la mujer.

No te parece impresionante cómo muchas de estas feministas nunca mencionan estas cosas de las que hablamos que tantas mujeres sufren a diario. ¿Dónde están esas valientes feministas para defender a sus hermanas? En serio busca a tu axila peluda, gritona, sexo libre favorita a ver cuando fue la última vez que habló en contra de aquellos sufrimientos vigentes y legales.

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