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#MUJERCOSTEÑA

La mujer costeña es un gran tesoro colombiano que apenas se está empezando a descubrir. Me parece problemático que sea tan tarde, pero la fuerza de este nuevo personaje en la escena política y social de Colombia va a traer consigo tanto bienestar que va a dejar expuesto a la luz que valió la pena la espera de esta gran revelación. Este escrito no tiene un enfoque divisionista en ninguna medida, muy al contrario, la intención principal es enfatizar la importancia de la gran riqueza que se encuentra escondida en las distintas regiones de nuestro país, y cómo, de ser valorada dicha riqueza podremos experimentar una ventaja muy grande con respecto al resto de países en el mundo. No podemos olvidar el origen de Colombia, el epicentro de la democracia y la liberación de América. Sí, así es, América no es los Estados Unidos, es un montón de otros Estados con gran historia compartida, en su mayoría, América es latina, y mujer.

Ya sabemos que ha existido un gran debate en la historia sobre el rol de la mujer. Yo creo que está explicado en ella misma, en sus capacidades de amar, de explorar, de resistir y de dar a luz. Claro que no estoy hablando solo de bebés y de relaciones de pareja. El amor romántico es apenas una de las cosas que las mujeres exploran, y humanos es sólo una de las tantos frutos que las mujeres con mucha fortaleza paren. Una de las cosas las que no he visto a muchas mujeres amar, explorar, resistir, o dar a luz es a su propia identidad, a su propio potencial. La cantidad de esos abortos es una de las grandes tragedias de la humanidad. Pero me alegra ver un mundo en el que estas cosas están cambiando, en el que se considera trágica la pérdida de la vida de una mujer. Me siento orgullosa de ser parte de la generación que condena la discriminación, que no acepta la segregación por razones externas que nada tienen que ver con el contenido de una persona.

Hay partes del mundo que han llegado más lento a estas conclusiones y así también se pierden del crecimiento que trae valorar al individuo.

Sin embargo, existe otra característica estigmatizada, además de ser mujer. Ser costeños, es aparentemente ser de donde vienen las playas, los bailes, vestidos coloridos y los fritos. Pero no se quiere pensar en la costa como lo que es. La fuente del único Nobel colombiano, la fuente de los boxeadores más importantes del país, los exportadores de renombrados jugadores de beisbol, casa de grandes empresarios, diseñadores internacionales, actores de hollywood, las mujeres que han representado en certámenes internacionales, dueños del folclor, casa de patrimonios históricos ante la ONU y no menos importante, gran número de votos para que "el botín" quede en donde siempre, dándole combustible a al centralismo despiadado de nuestro país, como decía Antonio María Araujo desde el 2014.

Hoy en día podemos decir que hay una ministra cartagenera y una recién nombrada ministra barranquillera en un campo predominantemente masculino, las TIC. La mujer costeña está siendo cada vez más reconocida, y eso es algo para celebrar, no para criticar. Ojalá los costeños y las mujeres se alegren de los triunfos de sus pares, entendiendo que más que el sector político están abriendo camino para otros como ellos. En el reconocimiento que les demos también les damos la responsabilidad moral de nuestras expectativas sobre lo que harán con su nueva posición. Muchos dirán que es una manera ingenua de mirar esas posiciones, pero tal vez hace falta más moral, más celebrar lo que tenemos antes de tener algo mejor.

Te invito a celebrar lo que eres y lo que tienes.

Mi familia es una familia bien cartagenera, nosotros no tenemos extranjeros en la familia, hablamos golpeado, no somos pálidos, tenemos el pelo rizado y nos encantan los ritmos tropicales. Hay familias que esconden lo que son y aparentan ser otra cosa, la mía no. Solo hace falta que llegue una fecha familiar para ir a comer chicharrones con yuca y suero de desayuno, y un sancocho de la abuela de esos que dejan medio privado. El que pase por la calle sabrá de nuestra reunión por la algarabía que nos caracteriza y las risotadas que nos acompañan. La jocosidad no falta nunca, siempre hay un buen tiempo, tanto que ni en las épocas más graves de mi adicción podía perderme de la reunión por alimentar mi vicio.

Cuál era mi vicio? El celular. Como muchos que conozco yo decía que la cantidad de horas que pasaba en él era normal, que mi autoestima no dependía de cuantos mensajes o likes encontraba cuando lo desbloqueara, que soñar con pantallazos era lo que a todos les pasaba. Te invito a hacer un experimento: busca los datos reales de tu uso de celular; cuánto tiempo en la pantalla, cómo se distribuye entre tus aplicaciones, a los lugares que lo llevas (baño, mesa de comedor, sacar al perro). Luego lo escribes todo en una hoja. Léelo como si hubieses encontrado el secreto de alguien más y preguntate qué pensarías de esa persona al saber esa información. Eso es quien eres en el momento, y tienes la capacidad de no ser un adicto, y que tu vida no sea controlada por un aparato. Bueno en fin, eso es un tema para otro blog.

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