Esta es nuestra segunda entrada de la serie de los 10 mandamientos. Se basa en el mandamiento que dice: no tendrás ídolos, y no te harás imágenes de lo que hay en el Cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra.
Este es importante pues nos lleva a tener claramente definido lo que un ídolo es.
Un ídolo es: cualquier cosa, ideología o persona que adoramos y veneramos por encima de Dios.
Hay muchas personas que no caen en cuenta de cuántos ídolos podemos desarrollar, y de cuántas ideologías están al acecho para convertirse en el centro de nuestras vidas. No son únicamente figuras divinas o estatuillas, también pueden ser cosas comunes que usamos o que albergamos con devoción.
La Biblia muchas veces menciona que lo que Dios detestaba es: que buscaran auxilio en esculturas hechas por manos humanas, que ofrecieran sacrificios y obediencia a figuras que tenían ojos pero no los podían ver, tenían bocas pero no los podían bendecir, tenían oídos pero no los podían escuchar y tenían manos pero no podían actuar a su favor.
Muchas personas piensan que lo que necesitan es un placebo, o una idea que les de seguridad, y convierten cualquier cosa en un ídolo. La actividad de relajarse para meditar, un creador de contenido que te levanta el ánimo, la habilidad de tener una organización del tiempo, ser activista para el medio ambiente, alimentarse con la dieta de moda o incluso hacer ejercicio.
Pero Dios está vivo y hace mucho más que darnos una buena sensación sobre nosotros mismos: nos ayuda a ver lo que antes no conocíamos, está con nosotros en todo momento, nos bendice y nos da Sus promesas, nos escucha y quiere ser parte de nuestras vidas, nos lleva de la mano en los momentos más oscuros y nos guía en Su plan.
Estas son cosas que tenemos que pensar mejor como sociedad. Promocionar el bienestar personal como la fuente de la estabilidad humana, como el centro de nuestra vida y decisiones... puede convertirse fácilmente en un ídolo. La lista que mencionamos arriba, de actividades o tendencias que podemos idolatrar, nos muestra que los ídolos no necesariamente son cosas malas, pueden ser cosas buenas puestas en la posición incorrecta.
También podemos tener ídolos inconscientemente. Por ejemplo, nuestros celulares. Hace poco vi un documental en donde decían que los directivos, ceos y los co-creadores de las redes sociales no dejaban a sus hijos tenerlas, pues saben lo adictivas que son. Ellos sabiendo lo que internamente sucedía en materia de diseño y psicología caían presas de sus propios inventos. Adictos a las redes.
Definitivamente una vida de adicción o una vida de placebos es una vida vacía y sin rumbo, sólo buscando satisfacciones momentáneas.
Revisa bien si alguna de estas cosas determina como actúas, como administras tu tiempo, cómo te alimentas, cómo te vistes, cómo votas, qué crees que es bueno y qué crees que es malo.
La sociedad no tiene ningún interés en que salgas de tus vicios u obsesiones, es un sistema conveniente en el que te mantienen buscando el siguiente momento emocionante, el siguiente video viral, el siguiente momento placentero; para que consumas sus productos, su contenido, sin importar en qué te conviertes mientras lo haces.
Otro ídolo que analizar es: el yo. Nosotros mismos podemos caer presas de nuestra comodidad, de nuestra seguridad, de sentirnos bien, de nuestro interminable ego. Muchas veces recurrimos a decir que algo no es bueno para nosotros porque es incómodo. Incluso nos podemos obsesionar con nosotros mismos, con nuestros cuerpos, con nuestras decisiones. Podemos ser ejemplares en buscar nuestro placer y alimentar nuestro ego. Estudios aseguran que de los millenials en adelante son las generaciones más narcisistas desde la historia de la humanidad. La obsesión por el amor propio y la aceptación radical son sólo ejemplos de las filosofías que se desprenden de la alabanza al yo.
La clave aquí es entender la tendencia hacia la que va nuestra sociedad y medir más efectivamente la importancia de ideas, actividades, personas y cosas en nuestra vida. Esto nos ayudará a parar ídolos a tiempo.
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