Vamos a ser honestos, el hecho de que tengas un trabajo y tengas una familia y hagas todo lo que normalmente se considere exitoso significa que estas viviendo bien. La productividad no es simplemente hacer mil cosas y tener resultados en el corto plazo que puedas mostrar con mucho orgullo. Es tener resultados a largo plazo, es no morir en el intento, es invertir tu tiempo en dar fruto que permanece, no solo en quedar bien.
Es importante entender que en este tiempo existe una presión muy grande para los que han construido una vida y carrera alrededor de estar todo el tiempo afuera de sus casas, y dar lo mejor de sus días a una oficina. Claro, ahora les toca ser productivos en sus relaciones, o ¿Qué pensaban?
Ser productivo no es un término laboral, ni se limita a un área de la vida. De hecho, un ejercicio fantástico para aumentar la productividad es incorporar estrategias para tener un buen balance, y no ser rápido en hacer muchas cosas pero completamente infructífero en otras.
Lamento si esto parece una dura lección. Pero en la vida existirán muchas personas y pensamientos cuidadosamente facturados para establecer nuestras prioridades por nosotros. Cuando abrimos los ojos, se nos pasa la vida respondiendo a todas las urgencias que se nos cruzan por el frente, sin entender que en la vida existen tantas habilidades por adquirir que de verdad nos sacarán de ese ciclo vicioso de aparentar ser muy útiles y exitosos.
No me malinterpretes, el tiempo hay que administrarlo, y redimirlo. Planear, trazar metas, cumplir con horarios es importante, aporta disciplina y estructura. Pero priorizar desde adentro, hace que esos planes y metas sean las correctas. Nunca hay una oportunidad de mejora como la de revisar las motivaciones con las que estamos haciendo las cosas.
Más cristianos entendidos de lo que tenemos que hacer, y por qué lo estamos haciendo es lo que se necesita en el mundo. No más cristianos siguiendo las corrientes del mundo llenando miles de to-do lists.
La mentira es que necesitas estar siempre ocupado, la verdad es que necesitas estar siempre avanzando en el propósito de Dios para tu vida. A veces lo último se ve más como tomar respiros, re enfocarse, direccionar los esfuerzos, delegar, soltar proyectos que alimentan nuestro ego y no nuestro espíritu, entre otras cosas.